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martes, 22 de junio de 2010

Los Iberos

Los habitantes de las tierras que se extienden desde los Pirineos hasta la Andalucía occidental, al entrar en contacto con los fenicios y los griegos desarrollaron a lo largo de los s. VII y VI a. C. una cultura diferente a la del resto de los pueblos peninsulares, y los griegos para distinguirlos los llamaron íberos. Estaban organizados en tribus y habitaban por lo general en poblados fortificados por murallas, las oppidas, construidas en lugares elevados para facilitar la defensa del territorio, como sería en el caso de Arjona.

La sociedad se dividía en clases y estructurada en territorios a cargo de régulos, que vivían rodeados de lujo a la manera de los déspotas orientales. El poder normalmente estuvo bajo el control de jefes militares de carácter local con categoría de príncipes, aunque algunos ocasionalmente llegaron a ejercer su autoridad en territorios relativamente extensos. Las luchas entre las tribus fueron frecuentes y los guerreros llegaron a constituir el grupo social más influyente. Sus armas eran de hierro y entre ellas destacaba la falcata, una espada corta de hoja curvada.


Su economía se basaba en el cultivo del trigo, la vid y el olivo y en una ganadería muy variada, principalmente vacuno, ovino y caballos. Destacaron también en pesca con factorías conserveras, salazones y explotaciones asociadas a la sal. También se dedicaron a la artesanía y el comercio, como refleja la prosperidad de algunas poblaciones que se transformaron en auténticas ciudades, en la alfarerías, minería (sobretodo plata y cobre). Así, sus industrias eran derivadas de todas estas actividades: elaboración de aceites y vinos, alfares para envasados, lana y textiles, viveros y salsas de pescado (garum), construcción naval, fundiciones, orfebres, broncistas, y todo tipo de artesanos.

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