El santuario del cerro de las Atalayuelas, en el municipio de Fuerte del
Rey, se sitúa en una posición privilegiada. Una elevación que permite el
control de su entorno, la entonces Oretania de la campiña de Jaén, que hacia el
oeste se abre hacia Arjona, situándolo en línea con su oppidum íbero.
Este santuario se levantaría en la época de las transformaciones que trae
al territorio la llegada de Roma, hacia el siglo I a.n.e. El templo se situaba
fuera del oppidum, junto a la fortificación. Construido de forma aterrazada, al modo de otros santuarios como el de
Castellar o Torreparedones, se han identificado dos espacios. Uno de ellos tendría
carácter votivo, como dependencia para las ofrendas. La adaptación a la nueva cultura colonizadora
hace que en el lugar se hallaran junto a la cerámica ibera algunos elementos ya
plenamente romanos. El santuario sufrió un importante expolio en el año 2002,
pero aún así se ha podido recuperar curiosos objetos como la llave del templo.

En el cerro de las Atalayuelas se encontró una estela de arenisca, tallada
con un relieve, datada hacia los siglos II-I a.n.e. Una escena de siete
figuras, tres femeninas y cuatro masculinas, aunque apenas se pueden distinguir
porque su vestimenta es similar, y no tienen apenas adornos o tocados que los
hagan diferentes o identifiquen. Aunque
conocida como Danza Bastetana, en
realidad las figuras no están danzando, ni nada indica música o algún tipo de
ritual. En el Vaso de Liria si quieren mostrar las figuras en movimiento,
cogidos por las muñecas, con dos personajes que encabezan la procesión con un
aulós doble y una flauta. No es el caso
de la placa de las Atalayuelas. Los personajes miran de frente, nada indica movimiento alguno, excepto los
pies, iguales, girados a la izquierda. No están cogidos de las manos (o las
muñecas) aunque se rozan, y la forma de brazos y manos recuerdan el gesto íberio
de la oración, de su presentación ante una deidad, vista en los exvotos.
La única diferencia en las figuras es su tamaño, como si quisieran resaltar
una jerarquía, una diferencia de edad, destacando más grandes las figuras
centrales que por algunos detalles de su vestimenta se puede encontrar alguna peculiaridad
entre la túnica masculina y una falda larga femenina. Un hipótesis es que
podría ser la representación de un grupo social, una familia en un exvoto común
para todos sus miembros. Algo que podría ser novedoso cuando lo habitual es la
expresión individualizada en cada exvoto, o la representación en bulto redondo como
es el caso de la pareja de oferentes del Cerro de los Santos en Albacete, del
siglo II a.n.e.
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