La Caja de los Guerreros fue hallada casualmente en un olivar próximo a Piquía, en una de las cárcavas producidas por las lluvias de este invierno. La caja es una cista o urna cineraria de piedra arenisca, pero sobre todo es una obra del arte tardío íbero. A pesar de la romanización del territorio dos siglos antes, todo el concepto es íbero, las inscripciones son íberas. y no latinas. De forma cúbica, en sus cuatro paredes laterales se representan en relieve diferentes escenas de luchas entre dos guerreros, tanto a caballo como a pie. Se cierra con una tapa con botón, con sogueado en aspas y bordes que parecen delimitar cada una de las cuatro escenas de lucha.
En su interior se encontraban intactas las cenizas y unos pocos fragmentos de hueso de dos personas, pertenecientes a un hombre y una mujer, quemados según la tradición ibera a menos de 800 grados. El profesor Trancho, durante las interesantes jornadas íberas celebradas en Arjona el pasado 17 y 18 de Junio, relato todo el proceso de interpretación y análisis de estos restos óseos, de apenas unos centímetros y las deducciones de la morfología y características de los individuos, sexo, edad, complexión. Una exposición brillante de una ciencia sorprendente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario